reader.chapter — La Cacería Se Intensifica
Rafa
Bajé los escalones de piedra resbaladiza hacia el sótano de la Vieja Iglesia de San Isidro, cada paso resonando como un tambor fúnebre en el silencio opresivo. La humedad se pegaba a mi piel como una mano fría, y el aire apestaba a moho y a algo más viejo, más podrido, que parecía filtrarse desde las grietas de las paredes. Las velas parpadeaban en los candelabros oxidados, su luz débil proyectando sombras rojas y retorcidas a través de los vitrales rotos, como si el mismísimo infierno se reflejara en el cristal. Mi cicatriz en la mejilla izquierda palpitaba, un recordatorio constante de lo que había perdido, de por qué estaba aquí. Cada latido era un grito de mi hermana, un eco de su sangre derramada por esas criaturas del bosque. Apreté los dientes y seguí descendiendo, el peso de mi cuchillo en el cinturón anclándome a mi propósito.
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