reader.chapter — La Llama de la Discordia

Mira Falke

Dusk se asentaba sobre la Guarida de la Manada Ostmark como un manto de sangre, la fogata central escupiendo chispas rojas que bailaban sobre las cabañas astilladas y quemadas. El aire apestaba a pelaje chamuscado y sangre seca, un recordatorio constante de las heridas frescas que la manada cargaba tras el Valle de las Cenizas. Apoyada en una lanza improvisada como bastón, sentía cada paso como un puñal en mi costado, la herida aún abierta bajo el vendaje improvisado. Mi hombro derecho sangraba lentamente, manchando la tela con un rojo oscuro que no podía ignorar, pero apretaba los dientes contra el dolor. No había tiempo para derrumbarme. No ahora, cuando los ojos de los lobos reunidos a mi alrededor brillaban con desconfianza y cansancio, sus gruñidos bajos reverberando como un trueno distante. Mis propios ojos verdes ardían con una determinación que apenas podía sostener, mientras el peso de mi rol como beta me aplastaba más que cualquier lesión.